ACEITE DE OLIVA
Hace más de un siglo, en un monasterio, dos monjes decidieron plantar brotes de olivos, para poder tener aceite para consumir y vender a los pueblos cercanos.
Los dos religiosos eran personas muy consagradas a dios. Tenían mucha fe y vivían pendientes de Su voluntad, pero había una gran diferencia entre los dos: uno tenía mucha paciencia y cuando pedía algo al señor sabia esperar el tiempo necesario, en cambio el otro era muy ansioso y cuando necesitaba alguna cosa oraba a dios, pero quería la respuesta en el momento.
Sin darse cuenta, en su anhelo de tener el aceite de oliva le pedía a dios a cada momento: señor, los olivos necesitan agua… envía una lluvia suave para que las raíces se afirmen en la tierra…. Señor, los olivos necesitan sol, pero que no sea muy fuerte porque pueden quemarlos…. Señor, envía una helada para que se afirmen… sin embargo, a pesar de la impaciencia y los ruegos del monje, una mañana, cuando este fue a verlos, los pequeños y frágiles arboles yacían en el suelo marchitos sin posibilidad de recuperarse.
El monje fue en busca de su hermano para saber si a el le había ocurrido lo mismo y le conto su experiencia:
-Como puede ser que haya sucedido esto, si en todo momento me he encomendado a dios pidiéndole que cuide mis olivos y además le decía todo lo que necesitaban para que crecieran fuertes y sanos?
El otro religioso le dijo:
-Mis brotes de olivo están creciendo bien. La única diferencia que veo entre tu experiencia y la mía es que yo no le dije a Dios lo que debía hacer para que los olivos crecieran; solo se los encomendé.
Simplemente le dije: Señor, Tu eres creador de estos olivos y sabes perfectamente todo lo que ellos necesitan.
Muchas veces pensamos que sabemos perfectamente lo que necesitamos y no somos conscientes de aquello que verdaderamente es una urgente necesidad en nuestra vida. Creemos que si las cosas son exactamente de la manera que nosotros pensamos, todo irá bien y nos entra el pánico cuando no es así. Pero lo cierto es que por pensar de esta manera, sufrimos muchos fracasos, desilusiones y frustraciones.
“Sería mucho más fácil que confiáramos tranquilamente en Quien realmente conoce nuestras necesidades, carencias y problemas, y le permitiéramos que obrara en nuestra vida a Su manera y de acuerdo con Su mandato”
Extraido de: Reflexiones para El Alma
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